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Va de papeles...(anécdota y reflexión)


En este mundo de papeles, pero no de los que me gustan, cualquier trámite puede suponer un viaje sin fin, o una caída en un agujero espacio-.temporal. Te cuento.


Llego al mostrador del registro de la propiedad intelectual a media mañana. No es la primera vez que hago lo que voy a hacer y sé que puede haber cola, pero solo veo una mujer delante, vamos bien.


Sin embargo, a medida que transcurren los minutos mi ánimo cae en picado ¿Quién es ella,una autora novel o la doble de Julia Quinn registrando la saga de los nietos de los Bridgerton? Una carpeta, otra, otra...No me va a dar tiempo y no quiero volver mañana, que ya no estamos en los tiempos de Mariano José de Larra, me parece a mí.


Se va la doble de Julia Quinn. Alcanzo, por fin, el mostrador. Una empleada encantadora me recuerda todos esos pasos que mi amnesia burocrática me ha hecho olvidar y me entrega el papel para pagar las tasas. Hay una sucursal aquí cerca, así que me dará tiempo.


Camino deprisa al banco más próximo y de pronto…




Creo que he cruzado la línea del futuro: oficina tipo store. Aquí ya no hay vulgares mostradores y humanos traficando con sucio dinero ¿para qué, si la moneda física va a desaparecer pronto? Una amable sibila me conjura para que haga mi trámite por el cajero, pasando el código de barras por el lector.


—Pero el terminal va mal—, me augura con voz grave. —Si no hay suerte, pruebe en otro cajero.


El vaticinio de la sibila se cumple, para mi desgracia. Ya voy tarde. Diez minutos caminando hasta la siguiente sucursal, donde el cajero ¡qué coincidencia! falla otra vez. Hay, eso sí, una humana dentro de la oficina, atendiendo la cola. Con sonrisa deslumbrante me dice que sí, que es posible hacer el pago al contado pero… solo martes y jueves. Hoy es lunes, así que ¡venga, Ada, a otra sucursal!


Tercer banco de mi tour de contribuyente: de nuevo, mostrador futurista, y cajero noqueado. Esta vez también hay un mortal lidiando en el mostrador con la marea de clientela insatisfecha. Cuando llega mi turno, me acompaña al cajero, me dice que en efecto el terminal está fallando pero que lo va a intentar. Despliega sus artes bancarias y…


¡Oh milagro, el hechizo surte efecto y el pago se registra!


Mis ojos alucinan. ¿Cómo lo hizo?¿Quién este super héroe sin capa, este hombre grandioso que ha ganado a la máquina? ¿Será Jacob luchando contra el ángel en la Biblia, pero reciclado en banquero y enfrentado a un terminal?

Le doy las gracias, incrédula ante el milagro, y marcho corriendo a registro, que igual aún llego aunque sea al borde de la asfixia.



Y tú me dirás:—Pero Ada ¿qué post es este? ¿Qué haces contando esto, tú, tan poética y tan artística?

Pues lo cuento porque:


1/Escribir es gratificante, hermoso, y el papel, un vehículo ideal para expresar sentimientos. Pero el papeleo no es nada hermoso. Y luchar contra vientos y terminales, menos.


2/ Hoy no he escrito una letra, pero al fin, después de cuatro colas y casi mi propio funeral, puedo afirmar orgullosa que… ¡he podido registrar mi tercera novela!



Así que, si estás en el proceso de publicar o cualquier cosa que implique papeleo, ¡ánimo! A lo mejor es verdad que el futuro es nuestro, después de todo.

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