Escribir: ¿las musas tienen truco?

¡Ah, la inspiración, don de dioses!
O trabajo puro y duro, como apuntaba Picasso.
Hoy te cuento algunas formas de inspirarse que a lo mejor no se suelen aconsejar, pero que a mí me valen (a veces...)
1. Darse una vueltecita…
Porque las musas andan por ahí sueltas, de hecho te las encuentras hasta en el autobús: esa cara fascinante de la mujer que se sienta frente a ti y parece ocultar toda una historia en las cuencas de sus ojos, la conversación fugaz entre los chavales de delante, ese paisaje verde gigante en la parada…¿No te parece que hay belleza derrochada por muchos rincones y no solo en las revistas fashion?
-Ada, como siempre, exageradísima cuando te entusiasmas con tus cosas-me dirás.
¡Noo, en serio, hazme caso! Hay tanta historia y tanta hermosura que contar...Es increíble la carga de sentimientos con la que nos cruzamos. O quizá sea yo megasensible, o sensitiva en exceso, pero el ser humano es en sí una obra de arte.
2. Destrozar, estropear…
Se lo escuché a un pintor acerca del temido lienzo en blanco: ¿te pasa que quieres hacer la obra del siglo y vas cada vez con más miedo?
Para él su truco era aceptar que todo estaba estropeado antes de empezar, así que cubría de color la superficie como si fuera un niño. Y el resultado lo agradecía,porque, en sus palabras, luego disfrutaría corrigiendo.
“Pintor que no borra, a la porra”, decía este señor a sus alumnos. Frase lapidaria de andar por casa pero efectiva. Y aplicable a la escritura, por supuesto. ¿Qué tal… “escritor que no recorta, bien se merece una torta” …con perdón?
Me la aplico, desde luego.
3. Buscar esa hora creativa
¿Eres alondra o búho? ¿Te levantas y recuerdas haber soñado cosas raras, haber escuchado voces incluso? ¿O bien no te acuestas y navegas en la noche por el mar de tus ideas?
Soy alondra confesa, así que mis escritos se gestan a primera hora de la mañana. A veces se codean con retos literarios, de esos que proponen mis conocidos en redes. Pero no se estorban, es curioso cómo cunde el tiempo en esos momentos y en cambio, tras el trabajo y las obligaciones, no sale casi nada.
Tengo más recursos de inspiración, claro está. Tú también, aunque ahora no me los cuentes.
Así que si después de darte un paseo, destrozar un borrador o levantarte a escribir a las seis de la mañana no te ha venido nada, evidentemente no tenemos contratada a la misma musa. En ese caso, o pones un anuncio en tus redes (“Extraviada musa. se ofrece recompensa") o más bien abres los sentidos y esperas, porque seguro que la tuya está a punto de volver.
¿Eso que oigo es el timbre? Sí, ahí la tienes, llamando a tu puerta. Anda, ve a abrir.
